¡Cuidado! Parece una abuelita, pero es la Dama de Hierro, azote de los falsos.
La curiosidad llevó a Elizabeth Hawley de Chicago a Katmandú.
Eran los años hippies y aquel lugar tan exótico atraía a jóvenes de todo el
mundo. Fue a conocerlo y se quedó allí, en Nepal, rodeada por las cumbres más
altas del planeta.
El montañismo la cautivó. Parece inútil: no se sube para hacer nada
en la cima, se sube sólo para hacer cima.
Uno se juega la vida para subir, llegar y bajar… eso es todo. Pero no es sólo
un deporte, es una forma de vida. Es una actividad pura, desinteresada. No cabe
la mentira.
Elizabeth le dedicó su vida. No escaló una sola cumbre. Elaboró
su propio método para verificar si los montañeros habían hecho verdaderamente cima.
Daba y quitaba la gloria: certificaba las gestas de los verdaderos héroes y desenmascaraba
a los fanfarrones.
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