Los etíopes afirman que sus dioses son chatos y negros,
y los tracios los tienen de ojos azules y pelirrojos.
Piensan los mortales que hubo un nacer de los dioses
y que tienen, como ellos, vestidos, voz y figura.
A ningún hombre le sale bien cuanto quiere;
porque los límites de su impotencia lo frenan.
Los hombres en vano planeamos, pues nada sabemos.
Los dioses lo cumplen todo a su antojo.
A los dioses atribúyelo todo. Muchas veces levantan
de las desdichas a los hombres echados sobre el oscuro
suelo;
y muchas veces derriban y tumban panza arriba
a quienes caminan erguidos.
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